El horror a veces es una mañana
clara.
Y el amor, a veces, un gesto trivial
en la monotonía.
A veces la patria de un hombre
es
un cuerpo de mujer y es entonces
que tu carne se convierte
en mi único sosiego.
Lo demás es exilio, una ausencia de
palabras no dichas,
de océanos helados.
Como todas las cosas que dejé
vacías.
¿Y qué hacer ahora con aquella luz
y esta primavera?
Quizá darlo todo
otra vez.
Por un beso de amor
darlo todo
y para siempre.
También mi reino: este universo mío
de huesos y deseos que es mi vida.
Porque a veces suceden cosas que
no tienen nombre: sentir,
por ejemplo,
que el tiempo no existe.
Que es sólo un pretexto para poder amarte.
Demothi
El que Habla mientras Camina
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