lunes, 30 de junio de 2014

Querido Madiba


Al entrar en la escuela Adama contempló lo que el profesor había escrito con tiza blanca en la pizarra:

                                      Querido Madiba:

Cuando todos los alumnos tomaron asiento, el maestro les dijo que un viejo amigo de Mvezo había iniciado un largo viaje para el que necesitaría provisiones de amor, bondad y esperanza. La tarea consistía en escribirle una carta con al menos tres acciones hermosas que hubiesen realizado en su vida.

Adama no sabía qué cosas bonitas podría contarle, mientras los demás niños proyectaban en un folio sus pensamientos. Tenía miedo de que las suyas no fueran lo suficientemente hermosas como para ayudarle en su camino.

Ante el bloqueo del miedo, Adama observó desde la ventana las ramas desnudas de un baobab que parecían alcanzar el cielo. En ese momento rememoró lo que su madre le relató acerca del baobab:

-Tras perder a tus hermanos en tres partos, no me resigné. Cada mañana acudía al gran árbol de la fertilidad para que me concediese el fruto más hermoso de África.
Desde que naciste supe que eras hija de las raíces, que alimentaste a tus hermanos cuando se fueron y a mí con tu presencia.


En los ojos de Adama brotaron dos lágrimas que iniciaron la carta.

Nube de un Viento Ardiente

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